Antecedentes: la esperanza de Zapata y las negociaciones
Cuando Francisco I. Madero llegó al poder, Emiliano Zapata pensó que el conflicto agrario —la razón principal de su levantamiento— se resolvería en favor de los campesinos. Por esa razón suspendió las hostilidades y concentró sus fuerzas en la Villa de Ayala, aceptando la intervención de un mediador, Gabriel Robles Domínguez, para buscar la pacificación.
Zapata presentó a Robles Domínguez una serie de condiciones —resoluciones prácticas y concretas— que él consideraba indispensables para que su movimiento y sus hombres depusieran las armas. Es importante comprender que estas peticiones eran muy específicas y estaban orientadas a proteger la tierra y la seguridad de los campesinos del sur.
Las demandas entregadas por Zapata
Entre las condiciones que Zapata entregó para la rendición inmediata figuraban, entre otras:
- El retiro del general Ambrosio Figueroa del gobierno del estado de Morelos.
- La retirada de las fuerzas de Federico Morales.
- Indulto general para todos los que se habían alzado en armas.
- La promulgación de una ley agraria que mejorara la situación del trabajador del campo.
- La salida de las tropas federales del territorio de Morelos en un plazo que, aunque quedaba a decisión presidencial, los revolucionarios solicitaron que no excediera los 45 días.
- Permitir que 500 hombres zapatistas permanecieran armados como cuerpos rurales hasta la salida total de las tropas federales.
- Que el jefe de esas fuerzas fuera designado por el presidente, tomando en cuenta las sugerencias de Zapata (por ejemplo, Raúl Madero o Eufemio Zapata).
- Salvoconductos y pasaportes para los jefes sublevados.
- No intervención de Zapata en los asuntos administrativos del estado de Morelos.
- Apoyo económico del gobierno federal (10,000 pesos) para pagar préstamos impuestos por las fuerzas del sur.
- Nombramiento del gobernador entre los jefes revolucionarios de Morelos, con acuerdo de Madero.
- Guarnición de la Villa de Ayala con 50 hombres rurales del estado.
- Reconcentración inmediata de las tropas zapatistas en Ayala y Jonacatepec.
Estas propuestas eran, en esencia, medidas de seguridad, reconocimiento político y reformas concretas para frenar el abuso sobre la tierra y la gente del campo.
La respuesta de Madero y el rompimiento
Aunque las propuestas de Zapata no contenían exigencias revolucionarias radicales fuera de lo que Madero ya había aprobado en otros momentos, la reacción oficial en el sur no fue la esperada. A su llegada, la representación maderista rechazó las bases planteadas por Zapata y, en lugar de negociar, exigió la rendición sin condiciones.
Ante esa negativa y la orden de Madero de atacar con tropas federales (al mando del general Caso López) a los contingentes campesinos, Zapata se sintió traicionado. Esa ruptura política y militar llevó a que Zapata desconociera cualquier mando o mandato que viniera del gobierno —es decir, se reanudó la insurrección— y que consolidara su liderazgo como jefe de la nueva sublevación en el sur.
El surgimiento del Plan de Ayala
La frustración por la actitud del presidente y las agresiones posteriores motivaron la elaboración del Plan de Ayala, proclamado oficialmente el 28 de noviembre de 1911 en la Villa de Ayala. El documento fue redactado por los hijos del estado de Morelos afiliados al Ejército Insurgente que defendía el cumplimiento del Plan de San Luis, con las adiciones que consideraron necesarias en favor del pueblo.
| Lema zapatista "la tierra es de quien la trabaja'' |
El texto del Plan de Ayala no solo acusó a Madero de traicionar los principios de la revolución mexicana (como el lema de “Sufragio efectivo, no reelección”), sino que declaró su incapacidad e ineptitud para gobernar. A partir de esa acusación, el plan planteó medidas concretas para restituir tierras, castigar a los opresores y reorganizar el poder local bajo criterios revolucionarios.
Principales puntos del Plan de Ayala
De forma resumida, las adiciones y decisiones más relevantes del Plan fueron:
- Desconocer a Francisco I. Madero como jefe de la revolución y presidente de la República por considerarlo traidor a las promesas revolucionarias.
- Deponer a quienes representaban ese gobierno y procurar su derrocamiento.
- Reconocer como jefe de la revolución a Pascual Orozco o, en su defecto, a Emiliano Zapata.
- Adoptar el Plan de San Luis Potosí con las modificaciones que beneficiaran a los pueblos oprimidos.
- Negarse a realizar componendas políticas hasta lograr la caída de los elementos dictatoriales del antiguo régimen y de los traidores.
- Restituir a los pueblos los terrenos, montes y aguas usurpados por hacendados, científicos o caciques, devolviéndolos a quienes acreditaran títulos legítimos.
- Expropiar con indemnización (una tercera parte) a grandes propietarios para repartir tierras en ejidos, colonias y fundos legales destinados a la agricultura y al bienestar de la población.
- Nacionalizar bienes de hacendados que se opusieran al plan y destinar la mayor parte de esos bienes a indemnizaciones de guerra y pensiones.
- Aplicar leyes de desamortización y nacionalización cuando fuera necesario —inspiradas en medidas históricas previas— para la reorganización de la propiedad.
- Castigar como traidores a los jefes que, habiendo levantado las armas por la Revolución, ahora se opusieran al Plan de Ayala en beneficio de los tiranos.
- Destinar los gastos de la guerra conforme a lo indicado en el Plan de San Luis y seguir las instrucciones que aquel plan marcara.
- Nombrar un presidente interino por una junta de jefes revolucionarios, convocar elecciones y reorganizar el congreso y los poderes públicos mediante procesos electorales.
- Designar gobernadores provisionales por los jefes revolucionarios locales, quienes a su vez convocarían a elecciones estatales para establecer autoridades legítimas.
- Advertir a Madero y a los elementos del antiguo régimen que renunciaran a sus cargos para evitar mayores desgracias; de lo contrario, el plan prometía continuar la lucha con armas.
Aspectos prácticos: justicia, indemnización y organización
El Plan de Ayala hizo énfasis en la restitución de tierras a pueblos despojados, proponiendo mecanismos de revisión de títulos y tribunales especiales para resolver disputas. En los casos de expropiación se estableció una fórmula de indemnización equivalente a una tercera parte del valor, buscando que la tierra llegara a manos de quienes la trabajaban.
Además, se señaló que los recursos derivados de la nacionalización de propiedades de hacendados opuestos al plan se destinarían a gastos de guerra y a pensiones para las familias de los caídos, una medida con doble propósito: financiar la lucha y reparar daños sociales.
Disciplina militar y sanciones
El texto también estableció reglas sobre el comportamiento de las fuerzas revolucionarias y los castigos para quienes cometieran delitos graves —especialmente para aquellos que, habiendo iniciado la rebelión, se vendieran después a intereses contrarios. Las medidas incluían juicios y penas severas para autoridades que ordenaran fusilamientos de prisioneros o actos de traición, aunque el documento recomendaba observar las leyes de la guerra en los combates.
Importancia histórica y significado para los estudiantes
El Plan de Ayala representa un momento decisivo en la Revolución Mexicana porque clarificó las demandas agrarias y formalizó un proyecto político campesino. Para los estudiantes, es útil entender que este plan no fue solo una protesta local: fue una propuesta completa que abordó la restitución de tierras, la organización del poder local y las reglas para una nueva administración democrática y socialmente justa.
Además, la ruptura entre Zapata y Madero muestra cómo las expectativas revolucionarias pueden divergir cuando los líderes en el poder no cumplen lo prometido. El Plan de Ayala es, por tanto, una lección sobre la relación entre promesas políticas y las exigencias sociales de base.
Conclusión
En resumen, el Plan de Ayala fue la respuesta organizada del campesinado de Morelos ante la traición percibida de las promesas revolucionarias. Sus propuestas sobre restitución de tierras, expropiación con indemnización, nacionalización de bienes y reorganización del poder local constituyen un llamado claro a la justicia agraria. Para la historia de México, el plan reafirmó que la cuestión de la tierra estaba en el centro de la revolución y que sin soluciones concretas para el campo no habría paz duradera.